Desde el Blog de Fundación Arquia, el arquitecto Adrià Guardiet nos trae un artículo que reflexiona en torno a tres miradas relacionadas a las arquitecturas sin terminar, aquellas en las que el tiempo y sus ocupantes juegan un papel primordial.
Ciertas arquitecturas trabajan con el tiempo como variable de proyecto. Algunas se plantean como estructuras abiertas, dinámicas, crecientes. Otras operan en torno a la memoria del lugar. Por poner dos ejemplos.
En dichos proyectos el tiempo suele introducirse como entelequia, es decir, como un recurso específicamente intelectual. Sin embargo, el tiempo aparece de forma mucho más explícita cuando la arquitectura está pendiente de completar, inacabada por razones de orden económico, político, biológico u otros. Son lo que hemos dado en llamar arquitecturas del mientras tanto. Arquitecturas que encuentran en contextos inestables, un terreno fértil para su desarrollo.
Se nos ocurren tres variantes del concepto:
A se transforma en B
La arquitectura nace sin estar finalizada pero con unas pautas de crecimiento más o menos definidas.
En este grupo estarían, por ejemplo, las arquitecturas del paisaje, sometidas a los tiempos de desarrollo de sus componentes biológicos, o los proyectos de vivienda incremental que desde los años 50 se vienen desarrollando en Suramérica, formados por estructuras básicas que van completándose según un plan predeterminado a partir de las necesidades y posibilidades de cada familia.
Ejemplo: Eco-Boulevard, Vallecas (Ecosistema Urbano, 2004-07). El proyecto plantea un escenario inicial donde tres dispositivos situados a lo largo de un paseo arbolado todavía en fase de crecimiento funcionan como umbráculos vegetales y un escenario avanzado, con la vegetación del paseo ya desarrollada, en que se retiran los dispositivos apareciendo en su lugar tres ‘claros en el bosque’.
Una oportunidad entre A y B
La arquitectura ocupa un tiempo intermedio entre dos escenarios supuestamente estables.
Se trata de proyectos oportunistas, efímeros e inestables por definición, que se apropian, de forma más o menos conflictiva, de un espacio temporalmente inutilizado.
Un ejemplo reciente es el Campo de Cebada, en el barrio madrileño de La Latina.
En 2009 se derriba del único polideportivo público del que disponían los 150.000 vecinos del barrio con la promesa política de construir inmediatamente uno nuevo en el mismo solar. Los efectos de la crisis paralizan el proyecto, resultando un enorme espacio sin uso en el centro de Madrid. Unos meses más tarde, los vecinos toman la iniciativa y ocupan el solar transformándolo, tal y como se describe en la memoria del proyecto, 'en un lugar con actividades deportivas, culturales, sociales y lúdicas que se desarrollarán durante el tiempo en el que las obras previstas para su nuevo uso urbanístico no se lleven a cabo'.
Todos los tiempos contenidos en A
La arquitectura se plantea como un soporte flexible capaz de digerir situaciones muy diversas, incluso simultáneamente. Ya no tiene sentido plantear una secuencia de tiempos sucesivos. Todos los tiempos, todos los escenarios, están contenidos -de facto o potencialmente- en un mismo lugar.
Muchas arquitecturas podrían ajustarse en menor o mayor medida a esta definición, pero muy pocas nacen con esta voluntad.
Una referencia indiscutible es la Escuela de Arquitectura de Nantes (Lacaton & Vassal, 2003-09). Una superestructura de 7m de altura libre entre forjados y una capacidad portante muy superior a la necesaria, aloja una estructura secundaria que contiene los espacios definidos por el programa. Entre estos, una gran cantidad de 'espacio intermedio' al que no se le atribuye función alguna: un lugar susceptible de ser apropiado por iniciativas no previstas y reutilizado según convenga. Un lugar que contiene, en potencia, todos los presentes y futuros posibles.
Este artículo fue originalmente publicado como 'Arquitecturas del mientras tanto' en el blog Fundación Arquia y escrito por Adrià Guardiet. Lee más de sus artículos aquí.
